Detuvo su búsqueda por un momento para calmarse. Ya no podía
más con los nervios. Su corazón palpitaba con vehemencia causándole un punzante
dolor en el pecho. Una gota de sudor frío le corría por la cien. Miro a su
alrededor.
A su izquierda su cama descansaba de lado, colchón y sabanas
en el piso. Su espalda todavía gritaba las consecuencias de haberla levantado.
Sudor caliente le corrió por la mano, grandes gotas cosquilleaban
las yemas de sus dedos. Se las miró. Sangre. Lo pedazos de ampolleta seguían
sobre el suelo al lado de la lámpara, la cual había pasado a llevar en el
frenesí que había sido la búsqueda.
Papeles, cuadernos y cajones adornaban la superficie a sus
pies mientras la ropa que había volado del armario los cubría. Todo abierto,
todo vacío. Nada
Recuperando el aliento salió de la habitación con la misma
prisa de antes, y, mirando de un lado a otro comenzó a buscar en el resto de la
casa. Abría y cerraba cajones solo para volverlos a abrir, pensando que tal vez
había dejado de notar algo. Y, es que miraba con tal rapidez en cada lugar que
no podía estar seguro de haber buscado bien.
Las horas pasaron y pronto toda la casa llegó a estar en el
mismo deplorable estado que su habitación.
Con furia comenzó a botar todo mueble que todavía no había
sido revisado, re chequeado y vuelto a revisar.
Sabía que lo había escondido en algún lugar de la casa, pero
no podía recordar donde. ¿Sería que alguien más lo habría encontrado antes que
él? Imposible.
A través de las cortinas vio que el sol ya se había
escondido hace un par de horas y que ahora se encontraba en un oscuro living.
Ahí bajo el amparo de la oscuridad se arrodilló desesperanzado.
El reloj cucú aviso las 12 y con ello anunció su sentencia.
No lo había encontrado. Pronto llegarían para llevárselo.
Lloraba desconsoladamente cuando el pajarito de madera salió
por tercera vez de su casita.
-¡El reloj!
A la segunda lectura caché el desespero por el reloj, está bueno, con algo de suerte-gloria esté ahí lo que busca!
ResponderEliminarNo sabemos qué busca, y sé que es a propósito. A uno como lector esta ausencia lo hace sentir a un lado de la verdad, como en el lado incompleto, pero igual sentimos intensamente: vemos la angustia, el desorden, la locura, sentimos el apuro y el inminente peligro. Bien por ese instante vivo.