miércoles, 1 de junio de 2016

Pensaba Escribir

Pensaba escribir. ¡Se los prometo, llegué aquí con la mejor de las intenciones! Además, hoy parecía ser un día especial. Aún puedo sentir la inspiración rasguñar mi córtex cerebral, intentando salir… Pero no puede. No puede gracias al maldito olor expelido por los tres malditos basureros que me rodean, ¡los odio!

Todo es culpa de Martín, ¡qué perfecto imbécil! Le dan autoridad por un día, (¡un mísero día!) y va liándole la vida a cada uno. Nadie se salva. Por otro lado, podría ser peor. Podría estar Martín aquí, conmigo. Podría sonar reggaetón, o haber algún diablillo enseñando química orgánica.
Mis dedos comienzan a entumecerse. Escribir se convierte en una tarea cada vez más difícil. Si Martín… Pero basta de rencores. Cada vez que despotrico en su contra, el Karma me castiga con una visita suya.

Pensándolo bien, este basural maloliente es un lugar casi poético. Es curioso, pero tiende a sacar los mejores pensamientos de uno. Podríamos decir casi que mi pequeño lugarcito, atiborrado de cajas de cartón, envases y papeles (algunos ornamentados con curiosos grabados de distintas tonalidades de café), hace aflorar los pensamientos en una cuasi-paradoja cognoscitiva: de alguna manera, si pienso elevadamente es sólo por lo sórdido del rincón. Sonrío brevemente: casi escribo “¡gracias, Martín!”, pero mi orgullo (mi querido viejo orgullo) me lo impide. Total, qué sentido tiene agradecerle si su participación es de pura causalidad… Mejor llamarle imbécil, y santa paz.

Creo que voy a parar aquí. Divagar no hace bien a nadie, y cuando escribo lo que pienso pueden pasar varias cosas:

a)    Alguien se enoja. Recuerdo cuando, en estas divagaciones curiosísimas, le dije a una amiga que su indumentaria carecía de estética. Enfrente de su pololo.
b)   Nadie entiende nada.
c)    No me concentro en nada particular por el resto de la semana. Por mucho que me encanta, tengo mucho que estudiar.
d)   Me da sueño.
e)    Doy sueño al resto

Conclusión: dejo de escribir ahora mismo. Tengo que estudiar física, y no voy a poder sin mi preciada y ya escasa concentración. Hasta luego. Te odio, Martín. Partí diciendo que no iba a escribir nada, y sin escribir nada, escribí TODO. Maldita rata.


2 comentarios:

  1. Franco, cada vez que leo esto me termino ahogando de risa, ¡Está genial! Un ejercicio muy peculiar el tuyo, y me agrada particularmente como intercalas seriedad (como lo de la paradoja cuasi-cognositiva) con humor negro (en particular, lo de perfecto imbécil me mató).
    Muy buen poema/escrito/ ensayo/lluvia de ideas/ pensamiento o lo que sea que sea.....me gustó

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  2. Jajaja, pero dónde los puso a escribir!!
    Qué gracioso, jajaja, acá está, un poquito de nada y de todo, siendo algo. Muy bien que escribiste!

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