jueves, 31 de marzo de 2016

Pesadillas

Las pesadillas se hacían cada vez más frecuentes, y más largas.

La enfermedad había partido de la nada, un desmayo en el colegio, una visita al doctor, una sentencia de muerte. Dos días.

Cada noche que pasaba, una nueva escena se agregaba a esos sueños terribles. Esa historia infernal, ese “what if”, lo que habría pasado si su hijo siguiese vivo.

Había deseado que siguiese con vida, y ese mismo día las pesadillas partieron. Todas las noches veía a su hijo sufrir, llorar, gritar de dolor, convulsionar y desmayarse, una y otra vez hasta morir.

Entonces fue cuando entró a esa sala, con todas las miradas fijas en sus ojos, cansados y tristes.

Le dicen que tome asiento, mientras los alumnos inventan historias sobre su miseria. Ahí, sentada, esperando que un grupo de niños que se creen escritores escribiese sobre su vida. Pero aunque adivinasen la pérdida que había sufrido, nunca entenderían lo que sentía, nunca sabrían sobre el divorcio ni las pastillas, el alcohol ni las pesadillas, nunca se imaginarían que llegando a su casa ese mismo día, el litio y el whisky se acabarían, y con ellos, las pesadillas.


HT.

4 comentarios:

  1. Me encantó, me enganché desde la primera oración!

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  2. ¡Corto, pero muy bueno!
    Me encanta esa visión fatalista que le das a la mujer, la visión de alguien que se sabe condenado... me pareció muy única la forma en que escribiste tu cuento, ¡Me encanta!

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  3. Tremendo, me encanta cuando se juega con la realidad. Todos los que estuvimos ahí nos sentimos parte de tu cuento, nos reconocemos esos ojos curiosos o yo misma siento mi voz imperativa.
    Y el tema que escogiste, la miseria que adivinaste es muy profunda y muy dolorosa.
    Tu estilo fue corto y apurado, como los acontecimientos, narrados, bien.
    Felicidades.

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