Las pesadillas se hacían cada vez
más frecuentes, y más largas.
La enfermedad había partido de la
nada, un desmayo en el colegio, una visita al doctor, una sentencia de muerte.
Dos días.
Cada noche que pasaba, una nueva
escena se agregaba a esos sueños terribles. Esa historia infernal, ese “what
if”, lo que habría pasado si su hijo siguiese vivo.
Había deseado que siguiese con vida, y
ese mismo día las pesadillas partieron. Todas las noches veía a su hijo sufrir,
llorar, gritar de dolor, convulsionar y desmayarse, una y otra vez hasta morir.
Entonces fue cuando entró a esa
sala, con todas las miradas fijas en sus ojos, cansados y tristes.
HT.
Me encantó, me enganché desde la primera oración!
ResponderEliminar¡Corto, pero muy bueno!
ResponderEliminarMe encanta esa visión fatalista que le das a la mujer, la visión de alguien que se sabe condenado... me pareció muy única la forma en que escribiste tu cuento, ¡Me encanta!
Tremendo, me encanta cuando se juega con la realidad. Todos los que estuvimos ahí nos sentimos parte de tu cuento, nos reconocemos esos ojos curiosos o yo misma siento mi voz imperativa.
ResponderEliminarY el tema que escogiste, la miseria que adivinaste es muy profunda y muy dolorosa.
Tu estilo fue corto y apurado, como los acontecimientos, narrados, bien.
Felicidades.
Muchas gracias!
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