lunes, 16 de mayo de 2016

Señales

Rosario Ovalle G.


Aún la recuerdo: alta, morena, ojos verdes; ojos verdes que se clavan en tu alma con dulzura. Andaba con un vestido blanco, botas café y pañuelo al cuello. De su brazo derecho, colgaba un chaleco rojo, mientras cargaba un libro, y del izquierdo, una cartera del mismo color del chaleco.
Estábamos ambos en la estación de trenes, las coincidencias no ocurren porque sí. Decidido, me uní al mismo vagón, para contemplarla y atraer su mirada, una vez más. Ella se sienta y, a su costado derecho, coloca la cartera y el chaleco. Su libro, sobre la mesa y, antes de abrirlo, lo contempla con cierto desdén de misterio.  Me bajó cierta curiosidad, por lo que me fui acercando a ella…
-          “La habitación Dorada” de Robb, es un libro muy esperanzador- le dije a viva voz.

La muchacha no me dirigió palabra alguna, y siguió contemplando la portada. De un segundo a otro, comienza a leer. Con convicción me senté frente a ella y me propuse captar su atención.
-          Me llamo Diego; Diego Ossa, soy dueño de…
-          Se perfectamente quién es usted, Diego Ossa. ¿Me puede dejar tranquila? Quiero leer.
Nunca comprendí tal frialdad de su parte, la miré a los ojos, pero ella había cambiado su dulzura de siempre, por una amargura sofocante. Me paré y me dirigí al vagón anexo, no podía comprender el actuar de Margarita, nunca fue así; siempre fue una mujer dulce y amable, en mi mente. De pronto, una alegría inmensa recorre todo mi cuerpo al verla acercarse a mí.

-          ¿Te vienes a disculpar?
-          Acompáñame al vagón vacío.
-          ¿Qué?

Me quedé en shock al escuchar su voz susurrante, la ví seguir su camino por la hilera y, cuando la vi desaparecer, decidí seguirle el rastro.  El último compartimento, se encontraba sumido en una ausencia de luz. Estuve 5 minutos parado, hasta que encontré una silla donde esperarla, en ese mismo instante, siento unos pasos que cierran la puerta y se encamina hacia mí…
-          Margarita, ¿eres tú?-
-          Dime… ¿eres uno de ellos?
-          ¿Qué?
-          ¡Contesta: sí o no!
-          De verdad que me estás asustando- dije con voz temblorosa.  
-          ¡Por supuesto que no!

Vi cómo la mujer me apuntaba con un arma de calibre ocho, mi corazón se detuvo y un sudor frío me recorrió todo el cuerpo…



-          ¡Papá! ¡Papá!
-          ¿Ah? ¡Qué pasó!
-          Casi me matas del susto… ¡Otra vez te encuentro con la respiración por las nubes!

Miré el reloj y otra vez marcó las 4:20 ¿Cuándo será el día que deje de soñarla?




1 comentario:

  1. Rosario! Me gusta la mezcla de oniria con realidad, el sueño que tiene el hombre me intriga mucho...siento que sólo eso daba para una historia en sí, y me hubiera gustado que lo desarrollaras más.
    En todo caso, ¡Genial que te hayas animado a mezclar 2 perlas! Buena creatividad

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