lunes, 4 de abril de 2016

Al Escribir

Hajime se encontraba mordiendo un lápiz, frente a su libreta con diseño "raro", pensando y anotando furiosamente cosas en ella.
El joven se había olvidado, claramente, de que estaba con su grupo de amigos...para él, su mundo de pronto eran esa libreta, ese lápiz, y la desesperación de la protagonista de su cuento corto, Anabelle.
Su ánimo, de estar alegre y risueño, compartiendo con todos sus amigos...de pronto se había vuelto oscuro, melancólico, absurdamente pensativo y cerrado.
Y de pronto, levantaba la cabeza y volvía a decir bromas y a sonreír.
Segundos más tarde, su sonrisa se iba por completo y volvía a la escritura.
Una y otra y otra vez, el ánimo de Hajime pasaba de un extremo a otro...y el lo sabía, pues siempre que escribía era así.
"Hasta que no termine esta historia....no podré calmarme" pensaba Hajime, mientras frenéticamente atacaba el papel con palabras, como si estuviera poseído.
Era para él una maldición y bendición, amaba escribir, pero producía en él efectos tan intensos...cada letra, cada palabra y cada frase que derramaba en el papel lo hacía perder un poco más de su cordura.
E intentó dejarlo...una, dos, mil veces...nunca podía, pues la escritura era su droga, si no escribía...las historias en su mente lo consumirían igualmente.
Su amiga, Sakura, miraba la lucha de emociones en Hajime preocupada y triste...podía ver como, sin que ella pudiera hacer nada, cada historia alejaba más y más a su amigo del mundo...ella sabía que pronto no quedaría nada de él.
"Cual poeta maldito...vida trágica, y es consumido por la locura al final", piensa Sakura, dándose media vuelta, pues no era capaz de seguir viendo así a Hajime...una lágrima resbala por su mejilla.
Poco a poco, todos se van...todos se llevan algo de la cordura de Hajime consigo, y el queda ahí, con la libreta.
Al escribir...Hajime olvidó todo.
Al escribir...Hajime dejó de existir.

Alice Arthagon 


2 comentarios:

  1. Me encantó el relato que, a mi parecer, deja bastantes enseñanzas. La más obvia es que uno debe compartir su riqueza interior (escritos) para hacerle ver a los demás lo que es uno, y no se queden como narradores testigos toda la vida, porque se aburrirse pronto y se irán

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  2. Me recordó mucho a lo que hablamos esa tarde en la micro, Al. Un relato que, en cierta medida, refleja a su autora.

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