Oscuros soles se hacen ver. Los
paraguas paran la lluvia momentáneamente. Ignacio Fortem va sin paraguas,
desabrigado. Su piel pálida tiembla. Muchos creen que es por el frio, pocos
conocen realmente por qué. Ve rostros conocido, a ninguno saluda. De un momento
a otro, le sorprenden.
¿Qué
te paso, Fortem, no eras tan vivaz? ¿Qué paso con el tipo tan alegre? ¿Lo
mataste? -dice, Elías-
-Voy
a ser vivaz – dijo Ignacio- cuando tenga un martillo para romper tu maldito
cráneo.
Que
hostil, querido amigo, -dice Elías- no recuerdo haber sido así contigo.
-Claro
que no te acuerdas, hijo de puta, te metiste con la mujer que amaba.
¡Mierda!,
Fortem, supéralo, nunca hablaste con ella, siempre te comportaste como un
estúpido.
-Tenías…tenías
que fijarte en ella…
¿Qué
vas a hacer?, payaso drogón, ¿me vas a pegar?, ya hemos peleado antes, y tú no
has salido bien.
Fortem, arremete con un golpe.
Languidece instantáneamente ante la respuesta de su amigo. Tirado en el suelo,
con su boca sangrante, escupe a la cara de Elías. Este no hace nada.
Fortem se levanta lentamente,
escondiendo el dolor bajo su frio rostro.
-Mierda,
¿porque te metiste con ella? -dice gritando-. Somos amigos desde hace tantos
años, hemos descubierto el mundo juntos, hemos disfrutado todo en mutua
compañía, y tú, pedazo de mierda ¿me pagas así?, fui un tipo leal, nunca me
metí con ninguna de tus conquistas.
¡pero,
Fortem! -dice exaltado, Elías-
-
¡vete a la mierda, ya no eres mi amigo! -dice, Fortem-
Ella
no era para ti-dice Elías-, no te vez, eres una mala persona. tú solo la harías
sufrir. Yo la amo, nunca permitiré que la utilices.
-Admito
que tengo mis problemas, pero ¿quién mierda eres tú para juzgarme?, tú perdiste
la virginidad con una prostituta a los 15 años, fuiste el primero en
alcoholizarse hasta la medula, ni hablar de otras cosas. Tú me metiste en todo
esto, no vengas con que eres una buena persona porque te rehabilitaste. Yo…no
tengo a mis padres, no tengo nada excepto mi gran billetera. Te odio, Elías.
-Ha,
pero como es la vida, -dice, Fortem- te
cuento, querido amigo, me metí con tu hermana.
Te
dije que no lo hicieras- dice, Elías, con incipiente cólera en sus ojos-
-Ella
no sabe
¿Cómo
que no sabe?
-No
sabe. Creo que con eso lo digo todo
Elías extrae su bella cortapluma
importada, con un sagaz movimiento la abre y la entierra en el brazo derecho
del que fue su amigo del alma.
No
me hagas reír, Elías de mierda, mátame, me da lo mismo. Yo ya corrompí la
figura prístina de tu hermana, esas bellas piernas fueron tocadas por mis
sucias manos, que pena que el tiempo no se pueda retroceder. Digo, por mí.
Elías,
colérico, no puede controlarse, toma del cuello a Fortem, el hombre que lo
aconsejo más de alguna vez, lo ahorco hasta dejarlo sin aire, pero antes que la
muerte eclipsara los ojos de su amigo, decide dejarlo caer. El mundo está lleno
de hijo de putas, y este, claramente, no es uno peligroso.
Prefiero
dejarte acá, sé que mientes, no eres capaz de hacer nada, te conozco mejor que
a nadie, eres débil.
-Está
bien, “amigo”, tienes derecho a creer lo que quieras.
Vamos,
imbécil, te voy a llevar a tu casa, no te voy a dejar tirado en medio de la
lluvia. Abril es el peor mes.
Ignacio
Fortem
Ignacio, quizás tu cuento me confundió un poco al principio, tuve que leerlo varias veces para entender lo que ocurría (en particular el inicio), pero esto puede ser cosa mía, porque lo leí tarde en la noche jajaja
ResponderEliminarCuando entendí bien todo...nada que decir, me gusta mucho la idea, esas relaciones de amistad que son, en alguna medida, tóxicas, siempre me han llamado la atención, y la forma violenta en que se desarrolla esta en particular me llama mucho.
Me gustaría saber más al respecto de Fortem y Elías, sin duda. ¡Saludos!
Querido Ignacio, las enemistades y rencillas entre amigos tarde o temprano siempre salen adelante, tal vez un golpe te estremece, pero más que aquello afianzan las amistades.
ResponderEliminarEn relación a la narrativa muy fragmentaria, clara y directa.