Adela es una mujer de
mediana edad que lleva una vida muy agitada, más bien estresante, para todos
menos para ella. Desde que consiguió un ascenso, se volvió una mamá cada vez
más ausente y completamente dedicada a su trabajo.
Llega todos los días a las doce de la noche a
su casa, sus hijos de 10 y 14 años ya están durmiendo, como todos los días de
la semana a esa hora, por lo tanto, el único momento en el que comparte con su
familia son los domingos. Luego de darles un beso de buenas noches a sus hijos,
se pone el pijama, se lava los dientes y
se acuesta.
Suena el despertador,
son las 5:45 de la mañana del martes; empieza un nuevo día.
Adela, se toma el mismo
café expreso que se toma todos los días y sale hacia su oficina. Han pasado
seis años desde que empezó esa monótona rutina. Sin embargo, ese martes 17 de
agosto, sería diferente. Un hecho marcaría
un cambio radical en su vida. Al llegar a su casa, a las 12 de la noche como
siempre lo había hecho desde que había sido promovida, la invadió un
sentimiento que no experimentaba hace mucho tiempo: soledad. Extrañada, se
dirigió a la pieza de sus hijos. Lo que encontró, le rompió el corazón y le
provocó una sensación de que ahora pasaba hielo y no sangre por sus venas; un
atemorizante escalofrío recorrió su espalda.
La pieza estaba
perfectamente ordenada, sin embargo Teddy, el peluche favorito de su hijo menor
ya no estaba; en el clóset no había nada más que unos solitarios ganchos
colgando. Desesperada, corrió con todas sus fuerzas al otro extremo de la casa,
donde se encontraba la habitación que comparte con su esposo. Abrió la puerta y
se encontró con que la pieza sólo albergaba sus pertenencias.
Alex Saint James
Tu cuento me hace reflexionar sobre los ritmos de vida tan ajetreados que llevamos hoy, y cómo a veces nos olvidamos de quienes nos rodean y nos importan.
ResponderEliminarMuy reflexivo, y aunque simple, su tesis nos choca en nuestra modernidad...me gusta
Es por desgracia el día de algunas mujeres, puesto que tenemos desafíos enormes de ser esposas, madres, trabajadoras, es difícil.
ResponderEliminarMe gusta que no entramos en tu personaje, que todo lo sabemos por el narrador, pero creo que el narrador podría saber más de ella, darnos más de su mundo. Eché en menos el mundo de él, por ejemplo, imaginamos que el esposo llegaba antes a la casa, pero no lo sabemos, quizás alguna información al respecto sería buena.